viernes, 5 de marzo de 2010

The ARRAN CHIANTI CLASSICO WINE CASK 55º


ARRAN CHIANTI CLASSICO WINE CASK 55º .
Nota de Cata 3
Es éste un Malta de mucho cuerpo pero al que notamos una cierta falta de potencia en el aroma y de permanencia en post gusto. Sin embargo, a pesar de su graduación, podría entrar muy bien como aperitivo añadiéndole un punto de agua -o no-; el recuerdo del Chianti está presente pero sin adueñarse de la situación, por lo que lo emparejaríamos con unos quesos de cremosidad media con un punto de fermentación.
Su transparente color rojizo es testigo del tiempo envejecido en barrica de vino; al removerlo deja correr una lágrima espesa en el interior de la copa, sin embargo, en boca su textura es limpia y despejada.
Aroma sin estridencias ni puntas, al principio predomina su carácter vinoso que se armoniza enseguida con suaves tonos de madera, miel y frutas imprecisas.
Malta de diversas interpretaciones y facetas se le hzo un maridaje con filetes de ternera previamente marinados en el mismo Malta. Se acompañaron en el plato con una salsa a base de los jugos del filete y de foie, a la que se le añadiría una reducción de Oporto, trufa, pimienta, sal y la consiguiente aportación del Arrán como elemento homogeneizador del conjunto. Se sirvió sobre una tostada de pan frito y una porción del foie de pato caramelizado con la salsa elaborada.
Alcanzaba su punto máximo cuando, detrás del sabor del filete, se dejaba caer en boca un poco de Malta para acabar de redondear el soberbio conjunto: vuelven sabores y matices que ya se habían percibido fugazmente: pimienta, clavo, caobas y se afirman los que eran evidentes, como el sabor de miel, castaña, fresa.
Algo corto en general, pensamos que el Malta se envalentonó y que había ofrecido el máximo de su expresión en el maridaje, pues es un Whisky que exige acompañamiento: de compleja personalidad, pero poco voluntarioso precisa de otros elementos que lo despierten y aviven su potencial. Con un poco de agua parece volverse más denso en textura, afloran puntos de limón, fresas y hierbas aromáticas.
Decimos que si lo tratamos a él en soledad puede ofrecernos una gama de penumbras intimas alternada con trazos luminosos propia de algunas músicas de Bach, también decimos que en esta situación sería la atractiva oscuridad de los blues de Robert Johnson que sugieren distancias y soledad, pero cuando se le pincha y se le provoca da rienda suelta a sabores y matices coloreados que nos evocarían aspectos multiformes: desde la música de Paco de Lucia, pasando por la explosión de los Who en los mejores tiempos hasta el swing de un Mark Knopfler en su ‘Screenplay’.
Se comenta en la mesa que este Malta hace recordar aquella comedia de Shakespeare: “Mucho ruido y pocas nueces”. Quizás sea por el juego de sus personajes interpretando a quienes no son, hasta que otro personaje, catalizador de equívocas pasiones, hace que tras el ruido central todo quede en su justo lugar.
En la tertulia final alguien sugiere la imagen de estar junto a Hemingway saboreando este Malta en una noche turbia, hablándonos él, entre copa y copa, de sus viejos y sus mares, de sus romances y de sus cacerías en países que ya no existen.

Reposa en la mesa la media botella, ella sola, nosotros la miramos de reojo, pero al final decidimos guardarla porque le buscaremos nuevos desafíos para una próxima ocasión,
por ejemplo, un aperitivo de virutas heladas de paté de oca derritiéndose lentamente sobre unos medallones de berenjena rebozada.
El Arran calla, luego está de acuerdo.


Febrero 2010

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